PREFACIO

Cuando comienzo una historia, noto con fuerza la presión de la gran multitud de frases que se agolpan en mi cabeza, buscando entre empujones un hueco para salir y quedarse plasmadas en unas líneas. No todas valen; solo unas pocas son las elegidas. No es que las demás no sirvan, sino que hay que escoger las que encajen bien unas con otras y cumplan la función para la que son creadas. Las primeras, para explicarte por qué elegí como título “Las Crónicas del Escritor Errante”. Cuando leí por primera vez que Elon Musk quería llevar a la humanidad a Marte -o a su amigotes ricachones-, me pregunté: Cuando lleguen sus exploradores a Marte y nazcan las futuras generaciones marcianas, ¿se acordarán de contarles qué es lo que dejaron y cómo dejaron la tierra? ¿Se acordarán de contar las historias de este planeta?

Para responder a estas cuestiones, me inventé un personaje, El Escritor Errante, un hombre bien parecido a un autocaravanista que viaja de ciudad en ciudad descubriendo los rasgos culturales o espacios naturales que más lo identifican. El mundo es muy grande, por ello el campo de acción de sus narraciones es bastante reducido. 

Su función: narrar sus vivencias y reflexiones.

Viajes hemos hecho todos. Sin embargo, no los analizamos para conocer lo que hemos aprendido en ellos.

Creo que quizá, y solo quizá, y no es porque lo dijera un filósofo, los viajes tienen una función pedagógica. El lector puede pensar de otra forma, pero coincidirá conmigo en que la mejor manera de conocer la diversidad del mundo, su cultura, la de otras comunidades y lo que se desarrolla en ellas es interactuando con sus personajes y sus escenarios. Como bien expuso Immanuel Kant: “El ser humano experimentado, que tiene experiencia, sabe comportarse con los demás, porque conoce las actuaciones de los demás”. Y porque… “Tener experiencia es haber aprendido viajando por la vida”. 

Viajamos para evadirnos, para salir de la rutina del día a día. Para saber cómo son otras ciudades, porque tenemos inquietud por conocer cómo se vive en ellas o para dejar florecer ese espíritu aventurero que llevamos dentro tan necesario para nuestro aprendizaje. 

El viajero que lleva a cuestas su caracola, bien lo sabe; pero no está de más que le recuerde por qué es tan bonito y gratificante viajar en AUTOCARAVANA o CAMPER. 

Hasta aquí, trescientas noventa palabras: no deseo utilizar muchas en los distintos capítulos que no hablen realmente sobre viajes. Por otro lado, has de saber que voy a utilizar en cada episodio un número similar para darte una explicación sobre su porqué y las ventajas que ello da; que voy a tomarme la libertad de explicarte las cosas a mi manera, con una narrativa fácil; y que puede que me tome la libertad de inventarme algún que otro palabrejo malsonante. 

Durante los diecisiete años que llevo acompañado de mi familia en este maravilloso mundo nómada de casa ambulante, de rutas fascinantes y aventuras trepidantes, he creado un catálogo de historias que bien merecen ser conocidas; esas no te voy las voy a contar, no en este foro, sino las nuevas historias que voy a crear a partir de ahora. 

Te invito a que sigas leyendo los siguientes capítulos; su función es más que entretener. Y sé que voy a conseguirlo porque voy a captar tu atención, pues tú eres como yo: un viajero errante.