No era la primera vez que ocurría, fue en 1977 en un torneo de candidatos durante la Guerra Fría.
Matusen Osgualdo disputaba a Oldo Bases una partida trascendental con pase a semifinales.
Sin nervios, con jueces despistados por el mucho vodka consumido durante la fría tarde de invierno de ese año.
La partida terminó en tablas, un empate técnico, porque ambos contrincantes así lo decidieron.
Miradas penetrantes, confusión en sus expresiones; una partida para el olvido en la que los candidatos no tienen opciones.
Juegos de miradas, risas contenidas, ambos candidatos se ríen por dentro durante la partida.
Jugaron al despiste para confundir a los espectadores, pero siempre hay alguien que se fija en todo.
Para unos, un chinche; para otros, un metete en todo; pero siempre hay una persona que no olvida que las normas existen.
Año 2024, una plaza de Marbella, dos jóvenes se plantan cara, una imagen bella.
Sus puños de hierro golpean el tablero, buscan emociones, expulsar adrenalina.
Miradas penetrantes, confusión en sus expresiones; una partida para el olvido en la que los candidatos no tienen opciones.
Juegos de miradas, risas contenidas, ambos candidatos se ríen por dentro durante la partida.
Quieren darse de leches por su rivalidad contenida, pero prefieren inferirse obscenas muecas groseras.
Es un duelo sin sangre, uno frente al otro, en un campo de batalla donde se pelean los civilizados.
Dos partidas, en las dos el tablero al revés, quién sabe por qué en un municipio de Andalucía.
San Petersburgo o Marbella, da igual el escenario, pero el tablero de ajedrez tiene que estar bien colocado.
Miradas penetrantes, confusión en sus expresiones; una partida para el olvido en la que los candidatos no tienen opciones.
Juegos de miradas, mofas contenidas, ambos candidatos se ríen por dentro durante la partida.
Juegan al despiste para confundir a los espectadores, pero siempre hay alguien que se fija en todo.
Para unos, un chinche; para otros, un metete en todo; pero siempre hay una persona que no olvida que las normas existen.
No valen despistes ni jueces colocados, en un lugar como ese no es excusa el vodka o cualquier otro brebario.
Los buenos jugadores se rigen por las normas, no puede haber en la partida provocados galimatías.
Miradas penetrantes, confusión en sus expresiones; una partida para el olvido en la que los candidatos no tienen opciones.
Juegos de miradas, risas contenidas, ambos candidatos se ríen por dentro durante la partida.
Más historias
Llamada desde el pasado
POR UN SUEÑO
RESISTIRÉ