febrero 13, 2025

ESTANTES DE PAPEL

Un blog donde fluye la creativad y la imaginación

Small rat living indoors

La unión hace la fuerza

En un pequeño pueblo, habitaba una comunidad de ratones obreros que se ganaban la vida trabajando arduamente en una fábrica de queso para el gato Don Gato. Cada día, se esforzaban por producir los mejores quesos para llevar a sus hogares y disfrutarlos en familia. Durante muchos años, Don Gato ganó mucho dinero con la venta de los quesos que los ratones producían con esmero.

Sin embargo, algo comenzó a cambiar en sus vidas.

A medida que el tiempo pasaba, los precios de las cosas comenzaron a subir de manera desproporcionada. El queso, alimento que siempre habían podido permitirse, ahora se volvía cada vez más inalcanzable para ellos. A pesar de sus largas horas de trabajo y su dedicación, sus sueldos permanecían estancados.

Los ratones se encontraban en una encrucijada. Por un lado, amaban su trabajo y sentían una gran pasión por la producción de queso. Pero, por otro lado, la dificultad para llegar a fin de mes, la imposibilidad de crear nuevos núcleos familiares o poder dar a sus hijos la educación que merecían, comenzó a pesar sobre sus corazones.

Algunos ratones recordaron las historias que sus padres les habían contado, de cómo años atrás se habían unido en una huelga desafiando a Don Gato y logrando mejoras significativas en sus condiciones de vida.

Un día, los ratones decidieron que era suficiente. Se reunieron en secreto, susurrando sus deseos de cambio y recordaron las palabras de sus padres:

LA UNIÓN HACE LA FUERZA

Y en el punto más álgido de la frustración, muchos decidieron reunirse en una asamblea para unirse y manifestarse. Había un sentido de unidad y solidaridad en el aire, pues todos compartían las mismas dificultades, obviando los colores de las banderas y los distintos ideales.

Sin embargo, dentro de la comunidad de roedores, también había aquellos que no se sentían cómodos con la idea de salir a la huelga. Respetando su derecho a tomar decisiones basadas en su propia conciencia, los ratones en huelga no los juzgaron ni los presionaron. Comprendían que cada individuo tiene sus propias circunstancias y perspectivas y que el respeto es fundamental en cualquier lucha por los ideales justos.

El día de la manifestación llegó. Los obreros, en lugar de esconderse y suspirar en silencio, salieron de sus escondites y marcharon en fila, unidos por una causa:

Pedir mejores condiciones de trabajo y un trato justo para los jóvenes trabajadores que se unían a la plantilla.

Con pancartas en sus manos y voces decididas, marcharon por las calles del pueblo. La gente se asomaba desde sus ventanas y balcones, sorprendida por la audacia de estos pequeños seres que durante mucho tiempo habían permanecido callados y que ahora alzaban su voz en busca de justicia.