abril 30, 2025

ESTANTES DE PAPEL

Un blog donde fluye la creativad y la imaginación

¿Qué motivos le llevaron a hacer aquello? Los desconozco. Pero marcaron mi vida, cuando aún era un mozuelo que solo pretendía subir con el ganado al pasto y corretear entre los hayedos. Una noche de invierno, escuchando las conversaciones de los mayores en el rellano de la escalera, oí por primera vez su nombre en boca de mi aitona, cuando, bajo murmullos, contaba a mi aita y a otros vecinos quién era él y todo lo que sabía. El aitona decía que en su escuela, allá en la cueva, enseñaba las ciencias, las artes y las letras, haciendo competencia a la universidad de Salamanca y a otras ilustres de otras ciudades. Contaba también que su hermano Atxular aprendió con él.

Al cabo de dos días de escuchar aquella conversación, de la que no supe su fin, el aitona me ordenó subir a la cueva de Leiza de Sara. Mi aita me acompañó hasta cerca de la entrada y, al asomarse por su cavidad el numen Etsai, me hizo una señal para que me dirigiese hacia él.

—¿Por qué… aita? —fueron las únicas palabras que fluyeron de mi boca.

Sin decirme palabra, me hizo una señal con la mano para que me fuera. Subí el último tramo de cuesta y, antes de encomendarme a los servicios de mi nuevo maestro, me giré. Mi aita seguía allí, quieto, llorando. Levantó la mano y regresó al pueblo. En ese momento tuve el presentimiento de que nunca más le volvería a ver.

Años más tarde, supe que el tributo que tuvieron que pagar mis aitas por mi hospedaje y enseñanza fue que tendría que permanecer tras los estudios a su merced, sin abandonar la cueva. Cuando finalizaban las clases y el resto de alumnos descansaban tras las largas jornadas, me mandaba acercarme a él para que le limase las uñas junto al fuego. Muchos compañeros volvían a sus casas al finalizar sus estudios, pero otros como yo permanecíamos siempre allí, junto a él.

En una ocasión, tras permanecer muchos años a su servicio, nos prometió que dejaríamos de estar a su merced si adivinábamos de qué material estaba compuesto su vaso.

Una noche, en que nuestro maestro fue al Aquelarre, uno de nosotros le siguió, permaneciendo escondido durante la ceremonia en la que estaban reunidos muchos brujos y brujas. Durante sus bailes y conversaciones, una bruja le preguntó a Etsai sobre el material del que estaba compuesto su vaso. Era reacio a responder, pero ante los encantos de la bruja, este accedió a dar respuesta a su pregunta.

—Está hecho con uñas cortadas en viernes y domingo.

A la mañana siguiente, esperamos a que Etsai se levantara de su cama. Y los tres al unísono pronunciamos las mismas palabras.

—Uñas cortadas en viernes y domingo. De eso está fabricado tu vaso.

Cumpliendo con su palabra, los tres abandonamos, tras muchos años a su cargo, la cueva de Sara. ¿A dónde nos dirigiríamos, a nuestras casas tal vez?

No. Habíamos sido abandonados y nuestro destino era volver a nacer en otra tierra.

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